Expertos reconocen que las características de esta gema no tienen comparación. ¿Se debe a su color? ¿Algo especial tiene nuestro suelo? Aquí se lo contamos.
Los indígenas muzos, asentados en la cordillera Oriental, libraron sangrientas batallas con sus conquistadores para no revelar los yacimientos donde se encontraban las esmeraldas. Finalmente, los españoles terminaron por descubrir esos lugares y con el paso del tiempo su brillo resplandeció en Europa. Hoy, Colombia es el mayor productor y se destaca por la extraordinaria calidad de estas gemas, consideradas las mejores del mundo.
El país compite con Zambia, Brasil y Afganistán, naciones que también gozan de una reconocida tradición esmeraldífera. Cada año, estos países descubren en sus subsuelos vetas o rocas con una cantidad importante de esmeraldas incrustadas. Las de Zambia y Brasil se caracterizan por ser muy opacas, mientras las afganas se asemejan a las colombianas, que siguen siendo las más apetecidas.
Nuestro color es el verde
Colombia está tapizada de verde desde las selvas hasta las llanuras. Pero más allá de ese color que varía en tonalidades y se extiende a lo largo y ancho del territorio como una colcha de retazos, sobresale el icónico verde azulado e intenso de las esmeraldas ocultas entre las vastas montañas de los departamentos de Cundinamarca y Boyacá.
“En la escala de tonalidad, la esmeralda colombiana es la más balanceada. Ni muy negra, ni muy clara”, explica Carlos Osorio, egresado del Gemological Institute of America, un prestigioso centro de investigación de gemas. Por su parte, Óscar Baquero, presidente de Fedesmeraldas, considera que esta característica la distingue notoriamente de las demás y le permite “tener una saturación perfecta”.
Su gran tamaño y profunda claridad son otras de las propiedades que hacen de las esmeraldas una piedra preciosa sin igual. Las más grandes del mundo provienen de Colombia. Con cerca de tres libras de peso, la esmeralda Emilia es considerada la más bella y de mejor calidad. La encontraron unos mineros en Gachalá (Cundinamarca) a finales de los años sesenta.
Su claridad excepcional la hace una gema extraordinariamente limpia, con muy poca presencia de piritas, calcitas y otros minerales en su interior. Es decir, muy pocos elementos afectan su brillo. Las esmeraldas colombianas también son reconocidas por su dureza, que les permite resistir rayones, aunque no golpes demasiado fuertes; y elegancia. Quien las porte debe ser tan delicado como las piedras que luce.
El color característico de las esmeraldas colombianas se debe a una roca sedimentaria, de origen marino.
Naturaleza a favor
La esmeralda es la variedad verde de un mineral incoloro llamado berilo y está compuesta por aluminio, óxido de silicato y tres importantes elementos conocidos como impurezas: cromo, hierro y vanadio.
Si todas las esmeraldas del planeta tienen esta misma composición química, ¿por qué las colombianas se precian de tener cualidades especiales? Osorio cuenta que estas “piedras verdes” se formaron durante el periodo cuaternario, en el que la Tierra tuvo una profunda transformación: las montañas se convirtieron en valle y los valles en montañas. “Boyacá, y parte de la cordillera Oriental eran océano”, afirma.
En este departamento, según Osorio, yacen los únicos yacimientos de tipo hidrotermal en roca sedimentaria de origen marino del mundo. Es decir, las esmeraldas colombianas se formaron en un ambiente de agua, lo que les imprimió la claridad natural que las caracteriza. Así mismo, su búsqueda es muchísimo más compleja, porque es como si el gas –que se mineralizó hasta convertirse en esmeralda–, se hubiera esparcido en las rocas.
“Además de la claridad, el color le otorga el gran valor a la esmeralda de Colombia. El verde azulado se debe a la roca sedimentaria de origen marino”, afirma John Zapata, gemólogo del Centro de Desarrollo Tecnológico de la Esmeralda (CDTEC). El cromo resplandeciente, el vanadio nivelado y el hierro (en menor cantidad) le dan el tono al berilo y lo convierten en esmeralda.
Igualmente, las piedras extraídas de departamentos como Boyacá tienen sus impurezas y compuestos nivelados. Si tuviera más hierro, la esmeralda sería de un verde demasiado opaco, como la brasileña. Y si el vanadio fuese el protagonista, como sucede en Zambia, luciría más amarillenta. “El amarillo no gusta”, dice Osorio. “Es la perfección de la naturaleza”, agrega con una sonrisa. De ahí la magia de las esmeraldas colombianas.
Fuente: Semana.com / Vanessa Cortés - Especiales Regionales
Verdaderamente nuestro país tiene muchas cosas de las que nos deberíamos sentir orgullosos. La veedad no sabia que las esmeraldas de colombia son las mejores del mundo, y que buenisimo seria tener la oportunidad de trabajor en una mina donde se extraiga esta preciosa gema para yo mismo saber su proseder y todo lo relacionado con ella y tambien por que no tener una cadena de esta joya.
ResponderEliminarMe intereso esta noticia por que aparte de hablar de la mineria tambien nuestra lo bello de nueatra tierra.
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