martes, 11 de abril de 2017

 El 11 de abril de 1887 nació en Medellín la Escuela Nacional de Minas, 
bajo la mirada visionaria de dos grandes hombres, los hermanos 
Pedro Nel y Tulio Ospina Vásquez, quienes impulsaron la creación 
de uno de los centros de  enseñanza ingenieril más importante del país. 
Hoy, 130 años después la ahora Facultad de Minas de la 
Universidad Nacional Sede Medellín se ha consolidado como 
uno de los centros de enseñanza ingenieril más importante del país.
Como un homenaje a nuestra historia recordamos el discurso pronunciado 
por Tulio Ospina, primer rector efectivo de la Escuela de Minas de Antioquia, 
el 2 de enero de 1888.

Discurso pronunciado por Tulio Ospina, 
primer rector efectivo de la Escuela de 
Minas de Antioquia, el 2 de enero de 1888.

"Al nombrarme director interno de la Escuela de Minas, cuyas tareas 
se inician hoy solemnemente, me habéis hecho el mayor honor 
que mi patriotismo pudiera ambicionar; porque habéis asociado
 mi nombre a uno de los hechos más trascendentales que se han realizado en Antioquia.
La regeneración científica de la industria minera es el camino que más seguramente
 puede conducirnos a la resolución de la crisis económica que embaraza
 la marcha progresiva del País.

Os presento Señor, la expresión de mi profundo agradecimiento 
por tan inmerecido honor, y os prometo que, si las circunstancias
 no me permitieran seguir al frente de este plantel, mi persona y mis humildes 
servicios siempre le pertenecerán.

Habéis mostrado, con la maestría de un hombre observado que ha consagrado
largos años de su vida al laboreo de las minas, la importancia que tiene
para Antioquia la instalación de esta Escuela. Nada me resta que decir 
sobre esta  materia a los jóvenes qué vienen a inscribirse en ella; y habré de concretar mis
palabras a un punto al parecer extraño a la ocasión, pero cuyo estudio 
debe hacerse antes de dar principio a las tareas escolares, porque su influencia 
es decisiva en el porvenir de los alumnos que entran a cursar 
en la Escuela, y en los beneficios que de ella se promete al País, hablo del carácter del minero.

Jóvenes: Si imagináis, como el vulgo, que la Minería es una industria fácil, siempre lucrativa 
y libre de sinsabores y peligros, estáis en un lamentable error.

Hasta hace pocos años la estadística europea mostraba que la mortalidad
por accidentes era mayor en el gremio de los mineros que en los ejércitos en campaña. 
Y hoy mismo, cuando la legislación y la experiencia obligan a tomar precauciones
extraordinarias, casi no hay día en que los diarios europeos no registren 
la muerte de decenas y aun centenas de mineros por explosiones de gases combustibles, derrumbamientos, incendios, asfixia....

Entre nosotros los peligros son mucho mayores: a los tropiezos de la explotación
rudimentaria se unen los de la naturaleza tropical:
los miasmas palúdicos, los reptiles venenosos, 
y un territorio fragoso y hostil, defienden celosos nuestra riqueza metálica.

Las dificultades de la explotación son tanto mayores cuanto son más 
deficientes nuestros medios. Descender al seno de la tierra, luchando, sin recursos, 
con la infiltración, el calor, la carencia de aire respirable y la dureza o fragilidad excesivas
del terreno; ó bajar el cauce de nuestros torrentosos ríos cuando sus ondas braman
a algunos metros sobre nuestras cabezas, contenidas apenas por débiles ramas, es obra
de titanes.

El minero necesita, pues, ser de carácter valioso, de ánimo sereno y de indomable energía.

Por otra parte, nuestras minas, si bien casi inagotables, no son ricas: 
su verdadera riqueza la han hecho las virtudes eximias de nuestro pueblo. 
Para hacerlas productivas es necesario trabajarlas con orden y economía; 
y el minero antioqueño necesita ser sobrio, económico y ordenado.
Ninguna industria se presta tanto al fraude como la Minería, porque en ella
el público aventura su capital sobre la plata del experto; y la honradez ha de ser
la primera cualidad del lngeniero de Minas.

He aquí condiciones que se necesitan para ejercer dignamente la profesión a que aspiráis. 
Aquellos de entre vosotros que sintáis en vuestro pecho ánimo suficiente
para luchar sin temor y sin descanso con las dificultades naturales y las preocupaciones
sociales; los que hayáis heredado de vuestros padres la honradez, la energía y los hábitos
de economía y de trabajo proverbiales en nuestra raza, dad un paso al frente porque
vuestro es el porvenir.
 Los errores y los fracasos de los que os hemos precedido en la exploración del 
territorio colombiano arrojan luz sobre vuestra senda, y podréis triunfar
 de la naturaleza con menos esfuerzo que nosotros. Pero los que no llenéis todas
 estas condiciones haríais mejor en volver vuestras casas, porque llegaríais con el tiempo a ser la deshonra de la Escuela, y sólo contribuiríais a la ruina de nuestra querida Patria".

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